La organización de un evento de estas características implica meses de preparativos, planificación y desarrollo | VICENTE PICORNELL
El Eco Rallye Mallorca - Inca Ciutat ha llevado durante dos jornadas la emoción de una competición que pone a prueba la mejor de las pericias en la conducción. Habitualmente quedan en la retina de los espectadores y aficionados un buen puñado de bellas imágenes de paisajes, carreteras emblemáticas o sonrisas de satisfacción ante los triunfos obtenidos, pero una carrera como la del pasado fin de semana es mucho más.
La organización de un evento de estas características implica meses de preparativos, planificación y desarrollo. Así lo explica Alberto González, director adjunto del Eco Rallye Mallorca - Inca Ciutat: «Muchos meses antes, casi nada más acabar una edición, ya se empieza a preparar la siguiente». Para llevar a buen puerto la prueba es necesaria la implicación de un gran equipo humano, «de aproximadamente 60 personas, entre organización y colaboradores. Son necesarios comisarios deportivos, un director de carrera, técnicos de verificación, cronometradores o montadores» añade González. Lo primero es la gestión de permisos y concretar las entidades públicas que colaborarán.
Una vez hecho esto y antes de diseñar la prueba en sí, es muy importante conocer dónde se puede disponer de la potencia eléctrica necesaria según el tamaño que se quiere que tenga el rallye. Esto condicionará totalmente el diseño de los trazados, que no pueden ignorar este factor energético.
«Una vez se conocen estos factores se diseña el recorrido concreto, que solo se dará a conocer a los participantes una hora antes del comienzo de la prueba», añade González. Conseguir un número de participantes adecuado y la presencia de algunos nombres célebres es el siguiente paso en la organización. Una vez confirmados los asistentes, solo queda celebrar la competición.
El Eco Ralley Mallorca - Inca Ciutat tiene una característica que lo distingue de los demás a la hora de participar. Es su insularidad, que marca las agendas de los que se desplazan desde fuera de la Isla. Es el caso de Ángel Santos, promotor de la Copa Kobe de Eco Rallyes y una de las personas con más experiencia en este mundo. «La logística es muy importante a la hora de participar en este rallye. Desde Toyota movemos un total de 24 personas en 11 equipos. La prueba es especialmente frenética en ese sentido, ya que nada más llegar a la Isla comienza la actividad. En cuestión de pocas horas se hacen las verificaciones, las calibraciones de los coches y se toma la salida», relata. Para estos pilotos «la preparación comienza una semana antes, con la entrega de los coches dotados de los sistemas de medición de la regularidad», añade. «Pero lo bueno de este ritmo tan alto en Mallorca es que nos deja un par de días después para disfrutar de la Isla» afirma.
Cuando todo está listo en el centro neurálgico de la competición, que en esta ocasión ha recaído de nuevo en el Quarter General Luque de Inca, se procede con las últimas verificaciones técnicas y administrativas y se realiza una última recarga de las baterías y un repostaje de combustible en el caso de los híbridos.
«Siempre hay algunos problemas de última hora, es inevitable que surjan, pero se intenta que todo esté bajo control en el momento de la salida de coches», continúa González. Como ya se ha mencionado, el recorrido es un secreto hasta una hora antes; solo así se puede garantizar una igualdad de condiciones entre todos los vehículos. No obstante, la organización hace entrega antes a los participantes de los datos de un tramo de calibración, en el que ya se pueden tener muchas pistas sobre el trayecto. Esto sirve a los pilotos y copilotos para realizar los últimos ajustes para afrontar los tramos definitivos.
En resumen, en un Eco Rallye están implicadas durante meses un gran número de personas con el objetivo puesto en que todo salga a la perfección, esa misma perfección que se busca en la carrera y que es tan importante en los desafíos de la nueva movilidad eléctrica. Como conclusión, González afirma que «mucha gente ajena a este tipo de eventos piensa que se trata de una especie de ruta turística, pero hay que cambiar la perspectiva. Es toda una competición que los propios profesionales viven con rivalidad y tensión constante».