Javier Sanz, presidente de la Autoridad Portuaria de Baleares. | Jaume Morey
La cesión de espacios para uso ciudadano, la colaboración con entidades sociales, las alianzas establecidas con otras administraciones para la puesta en marcha de proyectos, etc., son claros ejemplos de que la integración con la ciudadanía ya forma parte del ADN de las ciudades portuarias y de la importancia que cobra cada día la integración puerto-ciudad en la estrategia portuaria.
Los procesos de integración de las infraestructuras y espacios municipales y portuarios deben generar una mayor relación de los puertos con las ciudades, crear espacios públicos, coordinar los servicios comunes y promover la responsabilidad social conjunta. La convivencia entre los puertos y las ciudades es un tema complejo que implica varios aspectos, desde el desarrollo urbano hasta la logística y el turismo.
Existen tres puntos clave de cómo se puede lograr una convivencia armoniosa. Por una parte es fundamental que exista un diálogo abierto entre autoridades portuarias y las municipales para identificar áreas de interés común y planificar de manera integrada. El concepto puerto-ciudad es el resultado exitoso de la evolución del comercio. Inicialmente, la relación era tal que las calles urbanas llegaban hasta los muelles.
Una vez que la actividad portuaria se transformó, en parte por su modernización y adaptación a la evolución marítima, los puertos se expanden y crecen más allá de sus dimensiones, cambiando la huella urbana y la imagen de las ciudades. Se alcanza una etapa de separación, de fractura física entre la ciudad y el puerto. Ahora la tendencia es revertir esta relación.
Transformación física y social
Una segunda clave es que los puertos deben desarrollarse y modernizarse considerando no solo sus necesidades operativas sino también el impacto en la ciudad buscando un equilibrio entre actividad comercial y calidad de vida. En el caso de nuestras islas, los puertos son la puerta de entrada de la práctica totalidad de las mercancías que consume la población, tanto la residente como la flotante. Es responsabilidad de los gestores de los puertos garantizar que el abastecimiento se produzca de forma ágil y regular, de lo contrario corremos el riesgo de colapso.
Por último, los espacios portuarios pueden abrirse para el disfrute público integrando el litoral con la vida urbana y permitiendo que los ciudadanos se beneficien de estas áreas. La infraestructura adecuada es crucial para conectar el puerto con la ciudad, facilitando el movimiento del transporte público y personas, sin afectar negativamente la operativa portuaria.
Este proceso ha conllevado a la regeneración física de las áreas portuarias frente al mar, creando espacios abiertos, paseos, parques, zonas de recreo. La integración puerto-ciudad es un tema complejo que implica la transformación urbanística de áreas portuarias obsoletas, para crear nuevos espacios y mejorar la convivencia entre puerto y ciudad.
Las actuaciones de carácter ambiental son cruciales para la convivencia entre el puerto y la ciudad. Encontrar el equilibrio entre el desarrollo portuario y la protección del medio ambiente es un desafío importante y constante. Así como la transformación física de los frentes marítimos implica una inversión significativa y una planificación detallada para asegurar que los cambios beneficien tanto al puerto como a la ciudad.
Para ello, se fomenta la implicación de los ciudadanos en las fases de planificación y ejecución de proyectos, permitiendo que expresen sus necesidades y preocupaciones. Las autoridades portuarias colaboran con entidades sociales para asegurar que los proyectos atienden a las necesidades de la comunidad portuaria además de promover la inclusión social. Estas acciones buscan asegurar que los proyectos de integración puerto-ciudad no solo sean exitosos en términos urbanísticos y económicos sino que también generen un impacto social positivo y mejoren la calidad de vida de los habitantes.
La Autoridad Portuaria de Balears (APB), como gestora de los puertos de interés general de las Illes Balears, hemos tomado conciencia de la importancia de materializar proyectos de integración en las ciudades de nuestro ámbito. Y como ejemplos, dos de los mayores desafíos que tenemos en marcha.
Dos proyectos modélicos
El Nuevo Paseo Marítimo de Palma aportará un nuevo espacio a la ciudad cerca del mar y donde los ciudadanos ganarán en calidad de vida, vegetación y un ambiente más agradable. Pero también con una novedosa acción de comunicación directa a sus grupos de interés. Para ello, desde el inicio del proyecto se programan reuniones con administraciones públicas, asociaciones de vecinos, empresarios, sectores del transporte, náutico, etc., de forma regular y también extraordinaria.
Encuentros todos ellos con dos objetivos claros: informar puntualmente de cómo afectarán las fases de las obras a estos grupos de interés y recabar su feedback para corregir posibles disfunciones de estas. Se trata de una iniciativa de mantener en constante comunicación a los grupos de interés implicados en el proyecto, dentro de los compromisos adquiridos por la APB de transparencia, colaboración y reconocimiento dentro de la sociedad.
Por otra parte, recientemente, el Consejo de Administración de la APB ha acordado desistir del proyecto de reordenación del puerto de Palma aprobado en 2020, que preveía la concentración del tráfico regular en la dársena del dique del Oeste y destinar los muelles Comerciales al sector del mantenimiento náutico. La decisión la toma tras una ronda de contactos en la que observó que tanto las navieras como el sector de la reparación de embarcaciones estaban en desacuerdo con ese plan porque no respondía a sus necesidades a largo plazo.
De las compañías navieras se recogió una notable preocupación por la potencial amenaza de congestión de la propuesta anterior al concentrar en la dársena del dique del Oeste toda la operativa portuaria de embarque y desembarque de mercancías, sobre todo en horas punta de la mañana. El sector de la reparación, por su parte, consideraba que el proyecto le constreñía en un área limitada y frente de la Catedral, un espacio que podría integrarse de una forma más natural con la ciudad.
A consecuencia de ello, el puerto de Palma no tiene a día de hoy un plan de futuro y el deber de la APB como gestor responsable es el de trabajar en una nueva reordenación que cuente con el máximo de consenso de todas las partes implicadas. Es por ello, que empieza un trabajo de estudio de propuestas, de diálogo y acuerdos en base a cuatro puntos estratégicos.
Por una parte, mantener como ahora la simultaneidad de las operaciones portuarias en los muelles Comerciales, muelles de Poniente-Paraires y dique del Oeste. Decrementar el espacio destinado a los cruceros, concentrando su actividad en el muelle de Poniente-Paraires, respondiendo a una petición ciudadana, tanto directa como de sus representantes.
También trasladar de forma paulatina la reparación de embarcaciones al dique del Oeste y muelle de Ribera de San Carlos. Y, finalmente, incrementar el espacio de integración entre el puerto y la ciudad frente a la Catedral, destinando este espacio a iniciativas relacionadas con la cultura, la formación y especialmente el deporte. Posiblemente lo más importante de este planteamiento de reordenación del puerto, porque pone a las personas por delante de otros intereses.