El meteorólogo Mario Picazo | image: Roberto Garver

Mario Picazo durante años ha sido uno de los rostros familiares del tiempo en España. El meteorólogo, profesor adjunto en los departamentos de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas y en el de Geografía en la Universidad de UCLA, pronunciará la conferencia Cambio climático: evidencia, impacto e innovación el día 10 de junio en las jornadas Eforum 2025 que, bajo el título Construyendo hoy el mañana, reúnen a expertos es Baluard.

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Sequías, lluvias, temperaturas récord. ¿El tiempo está loco o es que lo miramos más?
Es una combinación de factores. Tenemos una tecnología que nos permite mirar con lupa la meteorología, la atmósfera y el océano. Captamos fenómenos que antes no veíamos. Medimos con más precisión y podemos cuantificar mejor los cambios que se producen y esos datos son contundentes.

Hablará de cambio climático y su evidencia. ¿Cuál es?
Evidencia es simplemente medir. Medimos, comparamos y vemos cómo ha cambiado el clima. Los climatólogos usamos periodos de 30 años como referencia. Antes nos decían: ‘es que usáis datos de 1970 a 2000’. Ahora incluimos también datos de este siglo, datos actuales que ya no generan tantas dudas. Para algunos, la evidencia sigue siendo discutible. Ha aparecido una oleada de negacionismo que busca protagonismo. No entiendo por qué hay tanto ímpetu en negar. Veo enormes lagunas científicas en sus argumentos. Y la ciencia es lo que debe pesar, por encima de todo.

¿Cómo afronta esa presencia de negacionistas?
En redes sociales, siempre he sido educado. Las redes son muy diferentes entre sí. La que más uso es Linkedin, donde publico, debato y puedo hablar. En otras me han llegado a amenazar de muerte. Si alguien insulta, hay que eliminarlo del entorno. Pero si es alguien con intención de debatir, le comparto enlaces a artículos que explican el punto en cuestión. No todos somos expertos en todo, y por eso es fundamental referir a los expertos.

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Otros negacionistas llegan a presidentes de Estados Unidos.
Este es un tema que nos afecta a todos, y el mango de la sartén lo tienen los políticos. Decisiones como las que ha tomado Trump en Estados Unidos son un gran problema: es uno de los países más contaminantes y el que más capacidad tiene de dar ejemplo. Ha fallecido Pepe Mujica, que lo decía claramente: el problema es que quienes pueden marcar la diferencia no lo consideran suficientemente importante. Ahí está el choque. Es difícil. No podemos esperar cuatro u ocho años ante la situación actual. Las decisiones deben tomarse ya, y deben ser valientes.

¿Qué decisiones deben ser?
Siempre usamos dos palabras clave: mitigación y adaptación. Ahora, la clave es la adaptación, porque la mitigación no está llegando al ritmo necesario. Ya estamos viviendo el impacto. La dana en Valencia, por ejemplo, y esas situaciones se pueden repetir. El ser humano se va a ir adaptando a olas de calor extremas, inundaciones, huracanes más potentes… pero podemos intentar evitar que ocurran con tanta frecuencia. En el tema energético, necesitamos alternativas. La sociedad quiere tener cada vez más, y es difícil decirle a alguien: ‘a ti no te toca’. Es el tema de siempre, pero ahora es una necesidad urgente. Requiere una transformación social y energética importantísima. Si seguimos a este ritmo, los próximos 20 o 30 años van a ser muy complicados: no tendremos la adaptación necesaria, pero sí las consecuencias.

Varios informes apuntan a que España será uno de los países más afectados.
España es un país especialmente vulnerable, y la región del Mediterráneo aún más. En Mallorca lo habéis notado: veranos cada vez más tórridos y tropicales. Las lluvias son una incógnita: este año fue en Valencia, hace seis os tocó a vosotros. Somos un país que avanza hacia la desertificación, con degradación del suelo. El Mediterráneo es el mar que más se calienta del mundo. El calor es ya uno de los principales factores de muerte relacionados con la meteorología extrema, y cada vez será más frecuente. Para España esto es muy grave también porque nuestra economía depende mucho del turismo. Hay meses que podrían quedar fuera de calendario. Somos vulnerables, y el impacto en la agricultura también será enorme.

¿Hay esperanza?
Sí, tenemos soluciones. Las más palpables las conocemos: transformación energética. A pesar del debate del ‘apagón’, las energías renovables pueden ser una solución fundamental. Todo lo que sea reducir emisiones es clave. Luego hay alternativas que parecen ciencia ficción: geoingeniería, captura de CO2 de la atmósfera… Todo eso va a crecer en las próximas décadas. Incluso la energía nuclear empieza a tener alternativas, como el torio en lugar del uranio. También tenemos que buscar alternativas a las renovables que no tarden 15 años en implementarse ni sean tan costosas.

¿Y a nivel individual?
Algo fundamental es educar a la población en que debemos ser mucho más circulares. Somos 8.300 millones de personas, y lo que cada uno haga en su día a día cuenta. Reutilizar, reducir, cambiar hábitos… con eso ya estás ahorrando recursos. Nos hemos vuelto una sociedad muy consumista, y aunque ganes dinero, lo puedes perder por otro lado. La naturaleza nos acaba pasando factura. Trump quiere quitar los datos sobre energía limpia, pero esa factura va a llegar igualmente, cada año más cara. Te lo devuelve por otro lado.

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