La ONU aboga por acelerar la transición energética, pasando de los combustibles fósiles a las energías limpias. Foto: FREEPIK | Freepik

El acceso a la energía es primordial para el desarrollo de todas las economías. Por supuesto, este acceso debe ser asequible, pudiendo llegar a todo el mundo; debe ser segura minimizando los riesgos; debe ser sostenible, no consumiendo más recursos que los que se pueden devolver a la tierra; y debe ser moderna, aplicando los avances que las tecnologías permitan. De todas estas cosas y otras, se hablará en la mesa redonda que clausura la primera sesión de eForum, puesto que se plantearán toda una serie de retos y desafíos para los que generar soluciones.

El cumplimiento de los ODS conlleva un trabajo que avanza, pero a una velocidad más lenta de lo esperado

Solo con el acceso a este tipo de energía y con estas características se podrán desarrollar la agricultura, las empresas, las comunicaciones, la educación, la sanidad y el transporte. Así, al menos, está reflejado en el ‘Objetivo 7: Energía asequible y no contaminante. Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna’ enmarcado en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la agenda 2030.

El objetivo número 7 abogar por garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna.

A apenas unos pocos años de llegar al 2030, parece que la dinámica en el cumplimiento de los ODS es que se trabaja y avanza pero no a la velocidad que se esperaba cuando se implementó la lista de metas. Concretamente en el número 7 y según las Naciones Unidas en su página web https://www.un.org/es: «Al ritmo actual, alrededor de 660M de personas continuarán sin acceso a la energía eléctrica y casi dos mil millones de personas seguirán dependiendo de combustibles y tecnologías contaminantes para cocinar en 2030». Unas cifras que demuestran que lo que se consigue se hace a un ritmo ralentizado.

«Al ritmo actual, unos 660M de personas continuarán sin acceso a la energía eléctrica en 2030»

El consumo de energía es uno de los principales factores que afectan severamente al cambio climático, que lo acelera de forma voraz, representando «alrededor del 60% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero». Precisamente, en la ponencia de Damià Goris, Cambio climático en Baleares: situación actual y retos de futuro, se podrá conocer más y mejor en qué punto se encuentran las Islas y cómo se abordan los años venideros.

No tener acceso a la energía supone, entre otros factores, no disponer de suministro de agua.

Países, empresas, empresarios, inversores y ciudadanos pueden aplicar acciones para lograr este ODS

¿Pero qué propone el objetivo 7 de los ODS, concretamente, para garantizar el acceso universal a la electricidad asequible en 2030? Para responder a esta pregunta se requiere hablar de inversión, como bien propone Beatriz Mato en su ponencia de hoy en eForum: Energías renovables: de la intención a los hechos. Unos hechos que lleven a invertir en energías limpias, bien conocidas a estas alturas: la solar, la eólica o la termal. Sin embargo, también se habla de invertir en mejorar y ampliar las infraestructuras y la tecnología necesaria para hacer llegar la energía limpia a todos los países en desarrollo. Estas acciones son consideradas en este ODS como «cruciales» y, a su vez, beneficiosas para el medio ambiente y el desarrollo. Si bien las energías renovables están en un auge mantenido con continuas mejoras e importantes avances, lo cierto es que el citado ‘acceso’ aún no es real para todo el planeta. Se trata pues de lograr Renovables responsables capaces de beneficiar a todos los sectores como energía, territorio y naturaleza, de esto hablará hoy también el divulgador José Luis Gallego. Para lograrlo, se debe «acelerar la electrificación, aumentar las inversiones en energía renovable, mejorar la eficiencia energética y desarrollar políticas y marcos regulatorios propicios». En definitiva, dejar atrás el carbón, el petróleo o el gas, combustibles fósiles que han deteriorado la salud del planeta y con ella la de los seres vivos, -y son precisamente estos cambios los que nos enfrentarán también a nuevos retos de comprensión y predicción sobre la biodiversidad en un mundo, algo de lo que nos contará más el biólogo Guillermo Fondas.

Pequeños gestos, como apagar la luz o los aparatos que no están en uso son acciones importantes.

El consumo de energía es uno de los principales factores que afectan severamente al cambio climático

Además, el ODS7 impera la convicción de que «los países no podrán impulsar sus economías sin un suministro estable de electricidad». Y millones de personas, mayormente mujeres y niños, seguirán teniendo que respirar un aire impuro, contaminado en su círculo doméstico, o no tendrán suministro de agua potable, tan necesaria para el día a día y para la higiene. Todo esto puede derivar en posibles enfermedades y el riesgo de posibles futuras nuevas pandemias. Asimismo, no tener este acceso a la energía también interfiere en líneas tan importantes como las instalaciones sanitarias, con lo que implica la electricidad para ellas, desde el almacenaje de vacunas, pasando por cirugías, etcétera. También se ven afectadas las relaciones humanas que ven mermadas las comunicaciones o los servicios informáticos, agravando el distanciamiento social.

No tener la garantía de acceso a la energía interfiere en el suministro de agua o las comunicaciones

Finalmente, a la pregunta ¿qué se puede realizar para solucionar estos problemas? La ONU enumera una serie de acciones que van desde la globalidad de los países (acelerar la transición energética hacia la asequibilidad, la seguridad y la sostenibilidad e invertir en energías renovables, entre otras); pasando por agentes más concretos como las empresas, a las que se les pide esfuerzos para «mantener y proteger los ecosistemas y comprometerse a obtener el cien por cien de la electricidad que necesitan de fuentes renovables». Y por ende, de las empresas a los empresarios, quienes pueden dar prioridad a las telecomunicaciones y al transporte que menos energía consuma como el tren, por ejemplo, frente al transporte de carácter más contaminante como el coche o el avión. Por su parte, los inversores también cuentan con sus propias acciones para contribuir al ODS7, aumentando las inversiones en servicios energéticos sostenibles. Y finalmente, a nivel personal, el ciudadano puede aplicar acciones pequeñas pero valiosísimas apagando los aparatos completamente cuando no se usan, como los ordenadores, los televisores o las luces. Ir en bicicleta o a pie, o usar más el transporte público, son otras de las acciones que reducen notablemente la emisión de carbono.