Los sistemas de gestión energética inteligentes, potenciados por sensores IoT en edificios y espacios públicos, permiten optimizar el consumo eléctrico en tiempo real

La segunda sesión de este encuentro dialógico llegará a partir de las 15.30 horas bajo el título Innovación Urbana. Tecnologías para ciudades más verdes y eficientes. Durante este espacio se pondrá de relieve el importante papel que cumple de la tecnología en la lucha contra el cambio climático. Y es que la tecnología debe ser aprovechada para favorecer al medio ambiente desde el corazón de las urbes: reinventando la forma en que nos movemos, perfeccionando el tejido de las ciudades, caminando hacia una mejor calidad de vida para quienes habitan las ciudades, cultivando un desarrollo más sostenible y consciente y haciendo uso de la tecnología más sofisticada para luchar contra los azotes del cambio climático. En definitiva, sacar partido a lo que tenemos para mejorar el concepto ciudad.

La evolución tecnológica y la innovación digital se han convertido en aliadas fundamentales para resolver desafíos globales como el cambio climático, la contaminación ambiental y la planificación urbana sostenible. En este escenario, el Internet de las Cosas (IoT) emerge como un protagonista clave: una red de dispositivos interconectados que recopilan, analizan y comparten datos en tiempo real está transformando profundamente la forma en que diseñamos, gestionamos y habitamos nuestras ciudades. Gracias al IoT, la tecnología ya es un puente tangible entre las ciudades y el medio ambiente. Las urbes, que concentran una creciente parte de la población mundial, se enfrentan a grandes retos ambientales y de gestión urbana. A través de sensores, plataformas inteligentes y dispositivos conectados se abren nuevas oportunidades para construir espacios urbanos más eficientes, sostenibles y adaptados a las necesidades reales de sus habitantes.

a bird's eye view of shanghai

Uno de los campos donde más se nota este impacto es la eficiencia energética. Los sistemas de gestión energética inteligentes, potenciados por sensores IoT en edificios y espacios públicos, permiten optimizar el consumo eléctrico en tiempo real. Las smart grids o redes eléctricas inteligentes ya son una realidad en muchas ciudades. Estas ajustan automáticamente la demanda a la producción de energía renovable, reducen costes y minimizan la huella de carbono. El potencial del IoT también ha demostrado ser crucial en la gestión del agua. En ese caso, el IoT permite transformar una red hídrica tradicional, en un sistema inteligente y automatizado. Gracias a la instalación de sensores conectados, se pueden medir en tiempo real variables clave como el caudal del agua, la presión en las conducciones o el nivel de los depósitos. Esta información, que antes no existía o solo se obtenía de forma manual y puntual, ahora fluye constantemente hacia una plataforma digital que la analiza y la convierte en conocimiento útil. Esto hace posible detectar fugas al momento, saber exactamente dónde se están produciendo las pérdidas o cuándo es necesario activar o detener una bomba de extracción.

En el ámbito del urbanismo, el uso de Big Data alimentado por dispositivos IoT ofrece una radiografía precisa del uso del espacio público. Sensores distribuidos por la ciudad registran cómo nos movemos, en qué zonas se concentran las demandas o qué áreas requieren mejoras. Con esta información, los urbanistas pueden rediseñar barrios para favorecer la movilidad sostenible, reducir desplazamientos innecesarios y mejorar la calidad de vida en cada rincón de la ciudad.

La movilidad, precisamente, es uno de los terrenos donde el IoT está revolucionando nuestras rutinas. Sistemas de bicicletas y patinetes compartidos conectados, apps que integran transporte público en tiempo real, semáforos inteligentes que se adaptan al flujo vehicular,… Todo ello forma parte de un ecosistema de movilidad conectada que reduce la contaminación, mejora la fluidez del tránsito y transforma la forma en que nos desplazamos. Y a esto se suman también los vehículos eléctricos, cada vez más accesibles y compatibles con redes de carga inteligentes conectadas por IoT.

Gestión de residuos

Otro reto visible en las ciudades es la gestión de residuos. Gracias a sensores instalados en los contenedores, ahora es posible conocer su nivel de llenado en tiempo real. Esta información permite optimizar las rutas de recogida y evitar desplazamientos innecesarios, reduciendo emisiones y costes. Además, aplicaciones orientadas al ciudadano les ayudan a separar y gestionar sus residuos de forma más eficiente.

En cuanto a la regeneración urbana, el IoT también tiene mucho que aportar. Jardines verticales y azoteas verdes equipadas con sensores controlan la humedad del suelo, optimizan el riego automático y ajustan el mantenimiento según las condiciones meteorológicas. Estos espacios verdes conectados mejoran la calidad del aire, regulan la temperatura y fomentan la biodiversidad urbana.

Frente a los eventos climáticos extremos, el IoT se ha convertido en un sistema de alerta temprana vital. Dispositivos conectados detectan variaciones peligrosas en el entorno (como subidas de caudal, temperaturas extremas o vientos intensos) y envían avisos inmediatos a los servicios de emergencia y a la población. Estas tecnologías permiten una respuesta más rápida y eficaz, minimizando daños y salvando vidas.

Sin embargo, para que todo este potencial tecnológico se materialice plenamente, es imprescindible que su despliegue vaya acompañado de políticas públicas inteligentes, accesibilidad tecnológica y una participación ciudadana activa. Las ciudades inteligentes no se construyen solo con sensores y datos, sino también con gobernanza transparente, educación ambiental y compromiso colectivo.